SOMBRAGRÍS, EN LA CUÁDRIGA DE MESSALA
La cuádriga de Ben-Hur se situó en la línea
de salida. A pocos instantes de iniciarse la carrera donde debería decidirse
qué auriga reinaría en la Tierra Media ,
dos miradas se cruzaron: el joven príncipe judío y el romano Messala. En la
grada, judíos, elfos, romanos y enanos apostaban en monedas y en especie,
generalmente hierba para fumar que dos hobbits habían importado de la Comarca.
-
Esta
vez no tendrás opción, Messala- afirmó Judá Ben-Hur con rostro desafiante.
-
No
subestimes mi capacidad de reinvención, joven príncipe. Cuento con un corcel al
que ni tus cuatro caballos juntos igualarían.
-
Tus
tretas no me impresionan. Hoy morderás el polvo y ni la luz de Eärendil podrá
salvarte. Altair, Antares, Rijel y Aldebarán no tienen rival en toda la Tierra Media.
-
No
me venciste antaño ni me vencerás ahora. He sido bendecido con un regalo digno
de reyes- concluyó un impertérrito Messala.
Sonaron las trompetas. Un enano de Moria, con
voz ronca camuflada por su poblada barba rojiza, avisó del inmediato inicio de
la carrera. A su señal, las ocho cuádrigas salieron como flechas élficas, pero
una permaneció quieta en la línea de salida. Era Messala, quién, ante la
sorpresa de todos, empezó a hablar con uno de sus corceles:
-
Recuerda
quién eres y de qué estirpe procedes. Eres un Méara, el Rey de Todos los
Caballos. Tu me llevarás a la victoria sobre hombres, elfos, orcos y enanos.
¡Adelante Sombragris¡ ¡Corre como el viento¡
Espoleado por su auriga, el Rey de los
Caballos, último representante de los Méara, comenzó a trotar como el mismísimo
viento de las cavernas de Mordor. Una a una, Messala superó a todas las
cuádrigas hasta situarse a la altura de
Judá, quien, perplejo, observó el nuevo caballo de su rival. Ante la atónita
mirada de los asistentes, la cuádriga de Messala, liderada por Sombragrís,
distanció al judío Ben-Hur hasta conseguir la victoria de forma aplastante. De
nuevo el joven romano había vencido.
En los aledaños del circo, los dos jinetes
volvieron a encontrarse:
-
Sin
duda…ese corcel te ha dado la victoria…de momento, Messala-
-
¿De
momento? ¿Insinuas que posees un caballo más veloz que Sombragrís, joven Judá?-
preguntó de forma irónica Messala.
-
Pronto
lo verás…En la Pascua
de verano, cuando Gandalf regrese, acabarán tus días de gloria…Lo juro,
Messala.
De repente, por el
cielo, ante la pasmada mirada del gentío que abandonaba el circo, la sombra de
un gran águila se proyectó sobre el rostro de Messala…y Judá Ben-Hur esbozó una
leve sonrisa.
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