7 abr 2015

LA MASCLETÀ

A cada vuelta del tambor de la lavadora sus cuerpos se movían acompasados con el ritmo del vetusto electrodoméstico. La calderilla del pantalón emitía un metálico sonido que se entremezclaba con el intenso y creciente jadeo de ambos. Aquella erótica banda sonora camuflaba en parte el imparable torrente de deseo desparramado encima de la mesa. El programa de lavado pasó al centrifugado, al tiempo que él y ella llegaban más juntos que nunca al orgasmo. 

Un reloj invisible había sincronizado máquina y amantes, así como a su madre, quien venía a traerle buñuelos por San José.

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