23 mar 2015

LA ÚLTIMA PRUEBA

Todo estaba dibujado en la pequeña libreta gris que llevaba en el bolsillo de su pantalón: el rostro de su madre en verde, el de su padre de rojo, manos alzadas frente a cuerpos arrodillados, bocas desencajadas y ojos aterrados, decenas de símbolos de exclamación y miles de interrogación, ventanas cerradas y camas por hacer...

El juez le pidió la libreta como prueba y su traductor de signos se lo indicó. El muchacho, aterrado, la dejó encima de la mesa. El letrado la ojeó durante unos instantes.

Aquel juicio ya estaba visto para sentencia.

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