La
nueva de la clase
La
niña al colegio muy contenta va.
Es
nueva en el pueblo, ¡pero que más da!
Haciendo
la fila, se pone a observar:
saluda
a algún chico, pero eso da igual.
Se
mira a sí misma y empieza a entender.
"Es
éste colegio todos visten bien".
Se
mira y se mira una y otra vez:
por
su zapato ya un dedo se ve.
Sus
padres le dicen que sea buena mujer,
que
ellos tienen muchas cosas que hacer.
Tres
calles más lejos, cuando no les ve,
sacan
su reserva para ir al INEM.
La
niña entra en clase y se sienta a escuchar.
Un
viejo maestro les empieza a hablar:
"Tenemos
la suerte de ser una más,
una
nueva amiga con la que jugar".
Un
niño le dice que cómo se llama,
y
ella, contenta, responde que Amalia.
El
niño le dice: "Mi padre es banquero".
Amalia
responde: "¡Tendrá mucho dinero!"
La
niña de enfrente la mira enojada:
"Llevas
una ropa que no vale nada".
Amalia
no sabe ni qué contestar.
Se
mira de nuevo y empieza a llorar.
La
niña de enfrente muestra su cartera,
tan
nueva, tan rosa, tan limpia por fuera.
Amalia
se encoje y no sabe qué hacer:
"Yo
tengo cartera, a medio coser".
El
viejo maestro percibe la escena
y
piensa en la niña que ha venido nueva.
Y
piensa en sus padres y en su situación
y
entonces decide coger el timón:
"No
quiero en mi clase palabras que ofendan.
Yo
quiero en mi cole a todos por igual.
Las
cosas son cosas y desaparecen.
Las
buenas personas siempre permanecen.
Es
un gran error el juzgar de repente
sin
antes saber cómo es la gente.
Hablar,
conocer, preguntar y saber
os
hará a todos libres para crecer.
La
gente que os quiere, como vuestros padres
hace
lo imposible para vuestro bien.
No
importa el dinero que ellos posean:
importa
el amor que a vosotros profesan.
Y
aquí en el colegio todos sois iguales,
los
altos, los bajos, los de aquí y de allá.
Por
eso, Amalia, a partir de ahora,
levanta
la cara y muestra tu sonrisa.
Porque
éstos alumnos, también su maestro,
ahora
más que nunca, la necesitan".
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